Y la vida sigue rodando; así mismo, sigue dando giros donde el tiempo se hace inexorable e imprescindible. Y como se da cuanta que la gente deambula a la misma velocidad de estos lazos de simplicidad y competencia trivial, que a su vez es tan incompetente como el mismo yo. Y es que se está dentro de ese lazo, que no se aprieta ni se suelta, pero que está y estará; creándose con su curvatura giratoria las dificultades y, sin cavidad a duda, las soluciones; y es que están allí porque aún se sigue dando y reclutando experiencias para tener un mejor madrugar. Donde el sol brillará, la flores sonreirán, los árboles cantarán, el fresco viento acariciará, juntos a unos cobijados brazos, por qué no?... Pero para esto, toca seguir en la trocha accesible, vulnerable, colisionando con las rocas, hasta parecer que se tropieza con la misma roca dos o tres veces.
Alguna salida tiene que existir. No seguir ese mismo elemento, donde muchos aúllan como una sola verdad. Entonces debe haber una contra parte, (claro la experiencia indica que la concurre), aunque pueda ser una utopía. Sin embargo, puede que no sea la precisa salida (la contra parte), se sonríe el corazón y, obviamente, la razón. Al desorbitarse de aquel lazo, con la química e infrecuencia rutinaria del pensamiento, razón, idealismos, sentimientos, procesos –no esquematizados por completo- de acciones, de aquel ente donde podría ser un reflejo.Aun así, sigue buscando...
